miércoles, 26 de agosto de 2009

Peligro de las dietas bajas en carbohidratos

BBC Ciencia

Las dietas bajas en carbohidratos pueden obstruir las arterias y aumentar el riesgo de infartos y derrame cerebral, revela un estudio.

Carne roja

Las dietas bajas en carbohidratos tienen efectos adversos en las arterias.

Los regímenes basados en el consumo de grandes cantidades de proteínas -carne, pescado y queso- y la restricción de hidratos de carbono -pan, pasta, cereales y azúcares- han sido muy populares en años recientes.

Si bien es cierto que estas dietas son efectivas para reducir rápidamente el peso corporal, se conoce mjuy poco sobre sus efectos a largo plazo en el corazón y las arterias.

El nuevo estudio llevado a cabo en ratones -publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) (Actas de la Academia Nacional de Ciencias)- encontró que esos hábitos alimenticios causan daños en las arterias.

La investigación, dicen los expertos, demuestra que la mejor opción para una vida sana es alimentarse con una dieta balanceada.

Dieta e infartos

Los científicos del Centro Médico Diaconisa Beth Israel, en Boston, Estados Unidos, decidieron investigar el impacto en el sistema cardiovascular de las dietas bajas en carbohidratos tras escuchar informes de personas que habían sufrido infartos mientras se sometían a esos regímenes.

Nuestra investigación sugiere que, al menos en animales, estas dietas pueden estar teniendo efectos cardiovasculares adversos que no quedan reflejados en los simples marcadores de la sangre

Dr. Anthony Rosenzweig

Los investigadores dividieron a ratones en tres grupos alimentando a cada uno con una dieta diferente: la dieta estándar de ratones, una dieta occidental que era alta en grasas y una dieta baja en carbohidratos y alta en proteínas.

La dieta baja en carbohidratos, dicen los autores, no afectó los niveles de colesterol pero mostró una diferencia significativa en el impacto en la ateroesclerosis -la acumulación de depósitos de grasa en las paredes de las arterias, un trastorno que puede provocar infartos y derrames cerebrales.

Después de 12 semanas, los ratones que consumieron la dieta baja en carbohidratos habían bajado de peso pero desarrollaron 15% más ateroesclerosis que los animales que se alimentaron con la dieta normal de ratones.

Entre los ratones de la dieta occidental se encontró 9% más ateroesclerosis.

"Es muy difícil saber en los estudios clínicos cómo las dietas afectan la salud vascular" afirma el doctor Anthony Rosenzweig, quien dirigió la investigación.

"Por lo tanto tendemos a confiar en las mediciones simples de marcadores como los del colesterol en la sangre, que hasta ahora han sido sorprendentemente positivos en los individuos en dietas bajas en carbohidratos y altas en proteínas, y que por lo normal pierden peso".

"Pero nuestra investigación sugiere que, al menos en animales, estas dietas pueden estar teniendo efectos cardiovasculares adversos que no quedan reflejados en los simples marcadores de la sangre", expresa el investigador.

Efectos adversos

Placas de grasa en arteria

Las dietas bajas en carbohidratos provocaron ateroesclerosis en los ratones.

Los científicos no saben a qué se debe este efecto, pero se cree que las dietas bajas en carbohidratos podrían afectar la forma como las células de la médula ósea son capaces de limpiar de forma efectiva los depósitos de grasa en las arterias.

"Poder entender los mecanismos responsables de estos efectos, así como los potenciales procesos reconstituyentes que puedan contrarrestar la enfermedad vascular, podrá eventualmente ayudar a los médicos a ofrecer el mejor tratamiento a sus pacientes" afirma el doctor Rosenzweig.

"Este asunto es particularmente importante dada la creciente epidemia de obesidad y sus consecuencias adversas".

Según el doctor Rosenzweig los resultados del estudio le causaron tanta preocupación que incluso decidió él mismo suspender la dieta baja en carbohidratos a la que se estaba sometiendo.

"Todo parece indicar que una dieta moderada y balanceada, combinada con ejercicio regular, es probablemente lo mejor para la mayoría de la gente" afirma el investigador.

Los expertos afirman que todavía es muy pronto para aplicar estos resultados a los humanos, pero están de acuerdo en que el mejor consejo es seguir una dieta balanceada.

lunes, 10 de agosto de 2009

Descubren cual es la función del balanceo de los brazos en la marcha

Permite que el cuerpo gaste menos energía al moverse. Ese beneficio fue y es clave para la supervivencia.

Por: Gisele Sousa Dias

Expertos en biomecánica de dos universidades -una de Estados Unidos y otra de Holanda- investigaron por qué los seres humanos balancean los brazos al caminar. Descubrieron que no se trata de una cuestión evolutiva sino que el hombre adquirió ese hábito porque así logra economizar su gasto de energía.
Steve Collins, Arthur Duo y Peter Adamczyk trabajan en el Departamento de Ingeniería Mecánica y en el de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Michigan. Collins es, además, biomecánico en la Universidad tecnológica Delft, en Holanda.
Para estudiar el modo de andar del hombre, pensaron en cuatro modos de caminar: uno normal y tres hipotéticos. El primero representó el modo común de caminar (oscilando los brazos); el segundo, un modo de andar con los brazos atados; el tercero, con los brazos quietos a los costados del cuerpo y el último modelo imaginó a un hombre que mueve los brazos al caminar pero al revés de cómo se hace habitualmente.

beber


La conclusión a la que arribaron es que el beneficio de nuestro modo de caminar es que gastamos hasta un 24% menos de energía que si osciláramos los brazos al revés. Mantener los brazos quietos mientras se camina demanda un 12% más de energía metabólica que si los movemos. La clave es que, economizar energía, permite usarla para otras actividades y sobrevivir. Los resultados se publicaron en Proceedings of the Royal Society B, la revista de investigación biológica de la Royal Society.
En diálogo con Clarín, el experto en biomecánica Steve Collins explicó: "El tipo de balanceo de los brazos que aprendimos a usar durante nuestra vida parece ser óptimo desde el punto de vista energético. Hay dos usos de la energía asociados con el balanceo de los brazos: la energía utilizada para mover los brazos y la utilizada para producir fuerzas de torsión en las piernas. Lo que parece evidente es que el balanceo de los brazos al caminar permite minimizar estos dos costos y conseguir, así, este beneficio de energía".
Minimizar el gasto energético no parece un tema menor: "Uno debe ir de un lugar a otro y la locomoción (caminar, correr) es, sin dudas, la fuente más grande de gasto de energía en la vida cotidiana de la mayoría de los seres humanos. El gasto de energía aumenta las chances de hambruna de una persona. Por eso, el uso de la energía siempre fue muy importante en la supervivencia de los seres humanos", revela Collins.
Y en ciertos grupos, más aún: "En el caso de las personas con enfermedades o lesiones que afectan su forma de caminar, como una amputación, un derrame cerebral o una lesión en la médula, resulta muy importante minimizar el gasto de energía al caminar. Esta gente tiende a usar mucha más energía para avanzar, lo que limita su movilidad y les hace evitar la caminata. Por ese motivo, un balanceo de los brazos adecuado sería más importante de lo que pensamos para la rehabilitación de estos pacientes", agrega el investigador.

Mover los brazos también contrarresta el movimiento de giro que crea el cuerpo al mover las piernas por un camino recto y suaviza el movimiento del andar, reduciendo el gasto de energía de los músculos de las piernas.

El movimiento de oscilación de los brazos mantuvo desconcertados a los científicos por años: como entendían que no tenía ninguna utilidad creyeron que era una "reliquia evolutiva" heredada de ancestros que andaban en cuatro patas. Ahora se sabe que nuestro balanceo no está relacionado con un proceso evolutivo sino con una ecuación costo-beneficio.

martes, 4 de agosto de 2009

Cómo envejecer bien

Parte del secreto del buen envejecer radica en la juventud interior y en la actitud personal

Por CLARA BASSI de www.consumer.es

¿Cómo prepararse para la última etapa de nuestra vida? Envejecer no es fácil para todos. Es un proceso que comporta numerosas pérdidas, pero también ganancias. Incluso, en el peor de los escenarios, la dependencia total, es posible descubrir una forma de crecer, de sublimarse y de sentirse bien. Se suele hablar de los factores que contribuyen a mantener la longevidad física pero, ¿son suficientes? Los expertos sostienen que no bastan y revela algunas de las claves psicológicas fundamentales para envejecer bien y tener una vida longeva.

Longevidad con juventud

- Imagen: Stefano Mortellaro -

Envejecer bien es una suerte que, en parte, depende de la actitud de cada persona. Envejecer no es lo mismo que ser viejo, un estado del espíritu que consiste en ver la vida con tristeza y amargura. Una persona se puede sentir vieja a los 60 años y joven a los 80. Éste el mensaje con el que arranca "La suerte de envejecer bien. La plenitud de la vida", obra de la psicóloga y psicoterapeuta Marie de Hennezel.

En 2050, por cada niño habrá tres personas con más de 60 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El número de "seniors", como denomina Hennezel a los mayores, sigue al alza de forma imparable. Mientras en unas sociedades el miedo a la vejez y al deterioro físico se contagia y los ancianos son percibidos como una carga, en otras son considerados auténticos tesoros. Esto es lo que sucede en la isla japonesa de Okinawa, que cuenta con numerosos habitantes centenarios.

La larga vida de los ancianos de Okinawa, designada por la OMS como región de la longevidad, no se explica sólo por la genética, ya que se ha comprobado que cuando sus habitantes abandonan la isla disminuye su esperanza de vida. Tampoco se justifica por el buen clima y los sanos hábitos nutricionales que siguen, basados en comer poco y lento, tomar alimentos sanos como el pescado, la soja, el arroz o las algas ricas en yodo y calcio, y evitar pasteles y golosinas, expone Hennezel.

El bienestar psicológico, ser felices en esta etapa de la vida, es crucial para envejecer bien y vivir más tiempo

La admirable longevidad de estos japoneses se debe también a su bienestar psicológico. Son ancianos socialmente activos, optimistas frente a los problemas y se sienten felices de ser viejos, sin tener la sensación de que son un peso o una carga para la sociedad. "El calor de nuestro corazón impide a nuestro cuerpo oxidarse", dicen. El mensaje parece claro: la longevidad no está condicionada sólo por la genética y los hábitos saludables. El bienestar psicológico, ser felices en esta etapa de la vida, es crucial para envejecer bien y vivir más tiempo.

Envejecer no es una debacle

"Envejecer no es una debacle ni una edad dorada. Es una etapa tan rica y digna de ser vivida como las otras, apasionante de vivir, con sus alegrías y sus dificultades. Da problemas, por supuesto, a todos los niveles: económicos, sociales, psicológicos", pero contra esta realidad Hennezel aboga por un realismo positivo que consiste en mirar estos problemas de frente y saber anticiparse a ellos. Esta psicoterapeuta afirma que envejecer es "un arte contradictorio: por una parte es un naufragio, por otra, una progresión".

Es un naufragio porque comporta numerosos duelos por la pérdida de la energía vital, la juventud perdida, la esperanza de vida, la salud (aparecen los achaques), familiares y amigos de la misma edad que fallecen, el trabajo y el éxito profesional, la autonomía personal, hasta la independencia económica.

No obstante, en el peor de los casos, Hennezel sostiene que es posible experimentar un importante crecimiento interior y aprender a saborear la vida de otra forma, puesto que envejecer también es una ganancia en términos de experiencia, sabiduría, crecimiento interior y espiritual. El objetivo en la vejez no debe ser buscar el éxito y el reconocimiento exterior, sino que la satisfacción viene cuando se madura interiormente.

"Entre la renuncia a la juventud y la aceptación de la muerte hay un tiempo en el que nos podemos sentir profundamente felices y libres. Ese tiempo es la oportunidad que tenemos de conocer aspectos de nosotros que desconocíamos, de ver, sentir y amar de otra manera", expone Hennezel.

LO PEOR: LA DEMENCIA Y LA DEPENDENCIA

- Imagen: Tim & Selena Middleton -

Es obvio que cumplir años pasa factura a nuestro organismo y que hay circunstancias que agravan la situación. La soledad -entendida como aislamiento- multiplica por dos el riesgo de padecer Alzheimer, una enfermedad cuya evolución en los próximos años se compara con un tsunami. En cuanto a la inmovilización de los ancianos, estudios realizados en Estados Unidos demuestran que las personas con restricción física (sujeciones) tienen un porcentaje de muerte ocho veces mayor que otras a las que se les ha respetado la libertad de movimiento.

¿Cómo combatir la demencia senil y la dependencia física total? Por un lado, la demencia senil y la enfermedad de Alzheimer pueden tener relación con el hecho de no estar en paz con el pasado, es una regresión a la infancia en la que el individuo se desprende de toda la educación y cultura recibidas y vuelve a su estado más esencial. En cierto modo, es una forma de protegerse contra la muerte y de prepararse para ella.

En el caso de la dependencia física, Hennezel propone a las personas afectadas que cambien su forma de convivir en esta situación y recuerden su época de bebés y su primera infancia, momento en el que los niños disfrutan al dejarse alimentar, asear y cuidar por sus adultos. Los ancianos que han perdido la autonomía personal deben aprender a regocijarse con el cuidado de los demás y a dejarse amar, a juicio de esta psicoterapeuta.

Las claves psicológicas para envejecer bien

- Imagen: Alvaro Gandara Astray -

Un estudio llevado a cabo por Robert Dilts, autor de numerosas obras de programación neurolingüística (PNL), identificó en varios ancianos de más de 80 años activos y con buena salud, cuáles son las claves psicológicas para gozar de una buena vejez. El estudio, llevado a cabo en Nijmegen (Países Bajos), constató que la capacidad de sentirse feliz y encontrarse bien físicamente puede darse en personas con formas de ser, creencias y modos de vida muy diferentes.

Capacidad de sentirse feliz

Pero, ¿qué tienen en común estas personas? En primer lugar, se caracterizan por una mentalidad libre y un gran sentido de la tolerancia. Son optimistas, se toman con deportividad las pruebas de la vida, como una oportunidad para aprender en lugar de cómo un fracaso, y defienden la importancia del buen humor. En segundo lugar, citan el matrimonio como uno de los momentos más trascendentales y la pérdida del cónyuge, como una de las pruebas más duras. No obstante, han sabido superar este duelo y experimentar, incluso, cierta presencia protectora de la persona fallecida.

Los ancianos longevos tienen una mentalidad libre y un gran sentido de la tolerancia, son optimistas y defienden la importancia del buen humor

Tampoco tienen un gran miedo a la muerte. "Son conscientes de que su vida está limitada, pero viven como si dispusieran de todo el tiempo del mundo", explica Hennezel, "y son capaces de pensar en futuro, mientras que la gran mayoría de ancianos viven anclados en el pasado". Están reconciliados con todo lo vivido y afirman que no cambiarían ni un solo acontecimiento, ni siquiera los más duros y difíciles.

Interpretan la vejez como una liberación, un periodo en el que llevar a la práctica todo lo que no han podido hacer durante la juventud. Desprovistos de numerosas preocupaciones y obligaciones, disponen de tiempo para dedicarse a sí mismos y a lo que les gusta.

Otra de las claves que apunta Hennezel es que los ancianos longevos no son seres solitarios, sino que tienen una vida afectiva rica. Esto no significa que desconozcan los ratos de soledad, pero huyen del aislamiento. La belleza y atracción de los ancianos ya no depende de su apariencia externa, sino de su alma. Se da la circunstancia de que muchos de ellos tienen un cuerpo muy disminuido y han perdido numerosas facultades, pero su expresión facial es radiante. Estar disponibles cuando los demás necesiten su compañía y consejo es su mejor baza para no estar solos.

Por último, la autora defiende que se debe mantener la alegría. En hebreo, la misma palabra "guil" significa edad y alegría. Los dos peligros principales que se deben vencer para vivir con alegría son: el aburrimiento (ese sentimiento habitual según el cual la vida es más de lo mismo) y la tristeza.

PREPARARSE PARA EL FINAL

- Imagen: David Mas -

Entre los 55 y los 80 años (hay personas y circunstancias muy heterogéneas) hay que hacer balance y firmar la paz con el pasado histórico de cada uno, dice Marie de Hennezel, quien afirma que es posible que el desarrollo de la demencia senil pueda relacionarse con el hecho de no estar en paz con la historia propia. Acudir al psicoterapeuta en algún momento crítico del proceso de envejecimiento puede ayudar a la persona que entra en la vejez a liberarse de emociones reprimidas, recuerdos dolorosos y perdonarse a sí misma. De esta forma, la persona gana tranquilidad y una perspectiva más amplia de la vida que le permite afrontar mejor la ancianidad.

El miedo a sufrir una enfermedad grave y a la muerte es inherente al ser humano, pero se puede disminuir. Cada vez se vive más tiempo y la ciencia dispone de recursos para proporcionar una prórroga. Se vive más años y con más calidad de vida. "La vida se alarga, mientras que el tiempo de sufrimiento se acorta", explica Hennezel.

La preparación mental y espiritual es fundamental para alcanzar este momento con sosiego. La principal tarea de los que se hacen mayores es aspirar al gran desapego, a estar en conexión con su yo más profundo. Esto se logra con ejercicios de respiración y de meditación, dos prácticas muy extendidas en las culturas orientales. "Se calcula que diez minutos de meditación, durante dos o tres meses, hacen bajar dos puntos la tensión sin ningún medicamento", según el científico francés Joël de Rosnay. Todas estas técnicas preparatorias pueden servir para vivir una vejez feliz y plena y un final sereno.